ESTE AÑO EL 30% DE LA UVA URUGUAYA SERÁ SOSTENIBLE
En 2023, más del 30% de la producción vitivinícola uruguaya contará con la certificación del Programa Nacional de Vitivinicultura Sostenible, y unas 30 bodegas estarán habilitadas a identificar sus vinos con el sello Sustainable Winegrowing Uruguay Certified. Así fue presentado en la jornada técnica de cierre del proyecto FPTA 353, llevado adelante por la Federación Uruguaya de grupos CREA (FUCREA), que deja en manos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INAVI) la ejecución y consolidación del programa.
El objetivo del programa es transparentar los procesos de producción de la uva con la cual se elaboran los vinos y garantizar al consumidor que ha seguido protocolos de producción que buscan el cuidado del medio ambiente, las condiciones del trabajo y la obtención de materia prima inocua, sin descuidar la viabilidad económica de los emprendimientos, bases fundamentales que encierra el concepto de sostenibilidad del proceso productivo.
Gracias a ello, los vinos uruguayos están logrando avanzar en estándares de sostenibilidad. La certificación está a cargo de LSQA (LATU + Quality Austria), entidad de reconocido prestigio internacional, lo que garantiza la trazabilidad y el cumplimiento de los procesos preestablecidos.
La ejecución del proyecto FPTA 353 estuvo a cargo de FUCREA y sus viticultores asociados, además de INAVI y la cooperativa VICCA; promoviendo con éxito, luego de 4 años de trabajo, la consolidación del programa vitivinicultura sostenible, que establece normas para el manejo de los viñedos.
En 2023, 162 viñedos serán certificados, lo que representa 1.846 hectáreas de viña y un 31% del total plantado en el país. A la vez, se espera que 30 bodegas elaboren vino con uva sostenible certificada, lo que permitirá el uso del sello en sus botellas.
Durante la jornada de cierre del proyecto, el presidente de INAVI, enólogo Ricardo Cabrera, destacó que la asociación de esfuerzos, el compromiso y la generosidad de las ideas entre INIA, FUCREA, Cooperativa VICCA e INAVI “hicieron posible el Programa de Viticultura Sostenible y demostraron que estamos en el camino correcto. No menos importante ha sido LSQA, en una tarea tan significativa como la certificación”.
Subrayó además que “el futuro de nuestra producción y elaboración deben transitar la senda de la sostenibilidad. No hay futuro para nuestros productos si no cumplen con este complemento de la calidad. Nos hemos destacado por vinos de excepcionales perfiles y tipicidades, nos resta el trazo general de lo sostenible. La marca país amparada por este programa que hoy día es una realidad en todo el mundo y en poco tiempo será una saludable obligación”.
Cabrera señaló a su vez que, tanto el anterior directorio como el actual “han aprobado todas y cada una de las iniciativas, con la sola devolución de la satisfacción de cumplir cada etapa hacia la responsabilidad de las acciones. No puedo ni debo olvidar la gestión que nos tocará emprender de aquí en adelante. Nos encanta el desafío de crecer, y haremos todo para que se concrete”.
Luego, llegó el turno del gerente de Innovación y Comunicación de INIA, Ing. Agr. Miguel Sierra, quien destacó que el hecho de vincular ciencia de calidad con producción sostenible. “Que esa producción soporte una venta comercial y que pueda certificar la producción sostenible de Uruguay, es para nosotros realmente un gran objetivo”.
En este sentido, señaló que uno de los grandes problemas de Uruguay “es que se genera mucha investigación que no necesariamente es aplicada, queda mucha cosa es los institutos de investigación. Por eso, estos proyectos en los que el sector empresarial está implicado nos deja una enseñanza relevante para este y otros sectores”.
Por su parte el Ing. Agr. Martín Aguirrezabala, coordinador general de FUCREA, felicitó a los responsables del proyecto y destacó el privilegio de ser testigo de un proceso exitoso que agrega valor, “que es valioso para nosotros y para toda la sociedad”.
Y agregó: “Yo me crie en una chacra de viña con bodega, para mí el vino se fermentaba en una pileta de hormigón, pasaba por un tonel de madera y se trasegaba a una damajuana que era la base en la cual se vendía o se tomaba. Está claro que hemos dado un salto cualitativo a lo que hoy es el vino, y también se ha sofisticado el consumidor, también fuimos aprendiendo a tomar un vino que era totalmente distinto al que teníamos, en su calidad y en sus procesos. Y ustedes, que lo hicieron, no se dan cuenta la magnitud que tiene. Es un privilegio enorme, es un desarrollo de la competitividad muy grande. Es una historia de pioneros, una historia de personas que hacen que las cosas pasen”.
Más tarde llegó el turno de la conferencia del Ing. Agr. Néstor Merino, asesor del grupo CREA Viticultores Julio O. Borsani, quien se refirió a las particularidades del Proyecto FPTA 353 Producción Integrada en Viticultura. La conferencia fue acompañada por los ingenieros agrónomos Juan De Mori, asesor del grupo CREA Luis Fernández, Andrés Villarino y Andrés Passadore, asesores de Cooperativa VICCA y la enóloga Bettina Bértola, jefa de contralor y fiscalización de INAVI, quienes brindaron su punto de vista una vez terminada la charla.
En su intervención, Merino detalló los hitos de esta iniciativa y destacó el trabajo del grupo de técnicos que lo llevó adelante. “En lo primero que pensamos fue en la sostenibilidad ambiental y económica de la vitivinicultura, en la inocuidad alimentaria y en algunos pasos que empezamos a dar en responsabilidad social. Y el mejor camino que encontramos fue el FPTA del INIA que nos dio una línea de trabajo muy alineada a nuestras necesidades”.
Señaló entonces que para trabajar en estos aspectos, “tuvimos que empezar a ver normativas y proyectos del resto del mundo, desde Nueva Zelanda como país del nuevo mundo, o Suiza como país identificado como altamente respetuoso del medio ambiente, Francia que tiene varios proyectos en producción sostenible, y el último que nos ayudó mucho, que fue el de Lodi, en Estados Unidos”.
Como uno de los pilares del proyecto, Merino mencionó al comité técnico interinstitucional público privado, “que realizó un trabajo virtuoso y fue una de las cosas más valiosas que este proyecto nos dejó”. También hizo alusión a los cuatro grupos de productores y a todas las actividades de capacitación que se llevaron adelante “para que los productores comprendiesen cabalmente el concepto y el alcance de la producción sostenible”.
Para finalizar, aseguró que el crecimiento del programa ha sido sostenido y constante. “Hoy llegamos a casi un 50% del área vitícola participando del programa y con intención de certificar en 2024, lo que permite que el sello en la botella ya no sea una idea, sino una realidad”.
Luego, Juan De Mori agradeció haber formado parte del equipo y abogó por seguir haciendo “todo lo que tenemos que hacer para que esto se proyecte, siga y crezca. Y lo que hoy vemos como un logro es lo básico que tenemos que hacer mañana. Estamos cerrando un capítulo de esta serie, pero ahora tenemos otros desafíos y espero que esto pueda convertirse en un escudo para proteger nuestra viticultura de otras viticulturas que no sabemos si son sostenibles”.
Andrés Villarino, a su vez, también destacó las particularidades del proyecto y su potencial de crecimiento. “Se nota el interés de los productores, hay una demanda externa de productos sostenibles. Y todo eso es muy relevante. Esperemos que sea sostenible también en lo social y en lo económico”.
Por su parte, Andrés Passadore expresó su orgullo por ser parte de esta iniciativa y resaltó “el gran crecimiento que han tenido los productores de la cooperativa Vicca, adoptando tecnología y con un gran compromiso en el programa”.
Desde su rol en INAVI, Bettina Bértola agradeció al ex presidente del instituto, enólogo José Lez, “que fue el primero que nos dio la oportunidad de sumarnos y después a Ricardo Cabrera, que también confió en nosotros. Sepan que hay tremendo equipo en INAVI, que todos apostamos a esto y que vamos a hacer lo posible para darle continuidad al programa”.
Ver video Un futuro sostenible
Más tarde fue el turno del coordinador granjero de FUCREA, Ing. Agr. Marcelo Buschiazzo, quien se refirió al desarrollo del programa y a las sugerencias técnicas para que el proyecto siga adelante. En este sentido, señaló que se trata de una iniciativa justa, que brinda igualdad de oportunidades para los productores, que es seria y creíble, tanto a la interna como a la externa.
“Tenemos que lograr el crecimiento del programa, afianzarlo y lograr su madurez, en todos los sentidos. El objetivo está en lograr un programa de viticultura sostenible en desarrollo, porque crecimiento no es lo mismo que desarrollo. Y hay algunos pilares que son fundamentales, que lo fueron durante la marcha del programa y que es importante mantener”, indicó.
El primero, prosiguió, “es que sea justo, en el sentido de que quienes se embarcan no sientan que lo hacen por obligación, considerando aspectos medioambientales, pero sin olvidar los aspectos económicos y empresariales, con igualdad de oportunidades para que todos, sin importar tamaño, escala, puedan participar. Esa es una de las fortalezas. Si al viticultor le brindamos las condiciones, los apoyos, los mecanismos, es posible que alcancen los resultados”.
El segundo punto, advirtió, “es que sea serio y creíble. Somos un mercado pequeño, en relación a otras vitiviniculturas en el mundo. No tiene sentido atomizar en esfuerzos individuales, por el contrario, tenemos que ser coherentes en el objetivo de que esto siga siendo gestionado por una institución como INAVI. Nadie más que INAVI, que regula, que promueve, debería tener los instrumentos para generar este desarrollo del programa. Habrá que visibilizar qué beneficios tiene el programa, para obtener más y mejores oportunidades de negocio. Y para eso tenemos que apostar a la comercialización. Hay que salir a vender en el mercado interno y el externo. Que el consumidor conozca que existe el programa y el sello”.
Finalmente, se llevó una cabo una mesa de discusión en torno al futuro del programa, en la que participaron el asesor técnico de INAVI, Ing. Agr. Eduardo Félix, el Ing. Agr. Andrés Coniberti, por INIA, la Ing. Agr. Ana Varzi, por LSQA, Diego Spinoglio representando a los grupos CREA y Adrián Suárez a la Cooperativa VICCA.
Los técnicos y productores coincidieron en el enorme desafío que el programa tiene por delante, especialmente para proyectarse hacia el mundo.
Ana Varzi destacó el gran equipo de trabajo como uno de los puntos fuertes del programa. “Cuando vinieron a LSQA diciendo que tenían unas guías de buenas prácticas y pidiendo apoyo para hacer que esto se mantuviera y tuviera un sello en la botella… se imaginan lo intenso de las primeras discusiones. Pero lo logramos y en tiempo récord. Y es gracias al respaldo del sector y a la institucionalidad que da garantías adicionales, este programa se soporta en eso y ofrece garantías hacia fuera”.
Eduardo Félix, a su vez, dio cuenta de lo dinámico y cambiante de un proceso como este. “Y esto es, justamente, lo interesante”. En este sentido, señaló dos cosas que lo sorprendieron gratamente: “una fue el crecimiento que logramos, y la otra el equipo humano del comité técnico. Hicimos un equipo muy fuerte, muy profesional, muy ordenado, y de alguna manera logramos conciliar ideas que venían de campo con las ideas que venían de ese cerebro maravilloso que tiene Andrés Coniberti”.
Respecto a los desafíos al futuro, mencionó la necesidad de hacer llegar todo esto a los consumidores que van a buscar el vino a la góndola. Y agregó: “Otro gran desafío será llegar al segundo tercio de la superficie vitivinícola, y el desafío más difícil, pero tal vez el más gratificante, es que este programa va a tener que crear mecanismos para involucrar a todos los productores, desde los más grandes a los más chicos. Si logramos involucrar a todos, el impacto medioambiental va a ser maravilloso”.
Adrián Suárez, por su parte, destacó la importancia de que la cooperativa VICCA haya tenido la oportunidad de participar del programa. “Nos ha dejado cosas muy lindas como la unión y el fortalecimiento como grupo, y eso es tal vez una de las cosas más positivas que hemos notado, la parte humana, solidaria, cooperativa”.
Se preguntó entonces: “¿y ahora cómo avanzamos? En estas evaluaciones hay cosas buenas y cosas para corregir. Es muy bueno que los pequeños productores pudieran acceder al programa, y si bien no es obligatorio, lo que nos gustaría para el futuro es que no se haga un programa prohibitivo, para que todos puedan estar. Y ese es uno de los desafíos que va a tener el instituto, ver cómo hacemos para que la cooperativa, que arancó con el programa, pueda seguir”.
Diego Spinoglio, en tanto, destacó que hoy el sueño es que todo el Uruguay vitivinícola sea sostenible. “Esa tendría que ser la aspiración, el punto hacia dónde ir, creo que es ese es el primer paso de la reconversión vitivinícola que necesita el país”.
Y agregó, “me parece que también tenemos que ver a la reconversión desde lo comercial, desde el nuevo modelo de negocios y de todas las cosas que hoy son muy fundamentales para poder mantener al sector vivo y sostenible”.
Finalmente fue el turno de Andrés Coniberti, quien bregó para que los sucesivos presidentes de INAVI e INIA y de todas las instituciones involucradas “tengan la flexibilidad y la confianza de quienes estuvieron en la génesis y el desarrollo del proyecto. Sin esa flexibilidad no hubiéramos podido trabaja”.
Por otro lado, señaló la importancia de que “este equipo se haya dado cuenta de que tenía que ser un plan nacional. Porque se podría haber tomado la norma de otro lado, sobre todo en un país como el nuestro que no es famoso, y se hacía así. Pero se hizo un plan nacional con la convicción de que nadie podía quedar afuera. En los próximos 10 años tenemos que hacer acciones de investigación y seguir desarrollando el programa. Hicimos los cimientos de una casa que puede ser divina pero hay que seguir construyendo”.
El Programa Nacional de Vitivinicultura Sostenible busca fomentar una viticultura respetuosa del medio ambiente, alentando prácticas de manejo más cuidadosas, que disminuyen el impacto sobre el entorno, maximizando además los de salud y seguridad en las condiciones de trabajo.
Un comité de expertos monitorea, de forma permanente, lo que ocurre en los viñedos y tiene como misión incorporar mejoras y ajustes en la normativa de producción, siempre buscando profundizar y evolucionar hacia el cuidado del medio ambiente y la sostenibilidad de la producción, un requerimiento creciente del consumidor nacional e internacional.
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