EL RICO PATRIMONIO DE LA VITIVINICULTURA URUGUAYA
Como desde hace 30 años, la ciudadanía uruguaya dedicó el primer fin de semana de octubre a sumergirse en la historia de nuestro país compuesta por bienes, tradiciones, costumbres y valores que representan la identidad del Uruguay y su evolución a lo largo del tiempo.
Desde 1994 se celebra ininterrumpidamente el Día del Patrimonio, con el objetivo de sensibilizar a la población sobre la importancia de conocer nuestras raíces, involucrarnos con el conjunto de bienes tangibles, de tradiciones y prácticas que se transmiten de generación en generación para poder conservarlas y protegerlas, para transmitir los valores que enriquecen a nuestra sociedad.
La festividad, cada año con centro en distintas figuras, instituciones o hitos, honró en en 2024 a los 150 años del registro del primer viñedo en Uruguay con un reconocimiento especial a dos pioneros de la actividad vitivinícola: Francisco Vidiella y Pascual Harriague, que un siglo y medio después, su audacia y determinación confirmaron que fueron visionarios para la industria.
En este marco, los pasados 5 y 6 de octubre una gran cantidad de personas se movilizaron a lo largo y ancho del país, vistiendo calles y rincones de fiesta y acercándose al mundo del vino, en muchos casos por primera vez.
Instituciones del Estado, fundaciones, clubes sociales y asociaciones civiles se sumaron abriendo sus puertas con exposiciones, ferias, recorridos que no son habituales, invitando a la ciudadanía a explorar su interior y descubrir su trabajo, su historia y su relevancia.
En particular, el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INAVI) dio la bienvenida a su sede, ubicada en la Ruta 48 esquina Camino Pattarino, en la ciudad de Las Piedras, recibiendo a los uruguayos interesados, con una fotogalería inaugurada para la ocasión que recorre los 150 años de vitivinicultura comercial en Uruguay.
Cientos de personas se acercaron a visitar también el laboratorio, espacio donde se analizan todos los vinos nacionales que circularán en el país y los que se pretenden exportar, así como los extranjeros que quieren ingresar a Uruguay para su comercialización.
Asimismo, pudieron descubrir etiquetas históricas a través de una exposición, verdaderas obras de arte que combinan creatividad, estética, que reflejan tendencias artísticas y estilos gráficos de distintas épocas representando su lugar de origen y resaltando las particularidades de la producción de cada botella de vino que alguna vez la vistió.
En la sede de INAVI, además, se realizaron degustaciones durante ambos días, de vino y de jugo de uva, la recorrida contó con juegos y premios para las y los visitantes que se animaran a participar.
Con espíritu festivo y el deseo de que se descubrieran lugares centrales para la vitivinicultura como son las bodegas y viñedos, en más de diez departamentos se propusieron visitas guiadas, recorridos con historia, cata de vinos y degustaciones, exposiciones de productos artesanales, danzas y canciones que ofrecieron una experiencia inigualable y un acercamiento al enoturismo uruguayo.
Las actividades fueron diseñadas para deleitar y educar a quienes asistieron, que pudieron disfrutar de sabores únicos que narran la historia vitivinícola del país.
Más de 30.000 personas visitaron más de 60 establecimientos dedicados a la uva y el vino, confirmando el enorme potencial del sector vitivinícola para vivir esta fiesta de forma genuina.
El objetivo principal de conectar con nuestras raíces y conocer el arte de la vinificación se vio cumplido, convirtiendo este fin de semana en un puntapié para realzar la importancia de la actividad vitivinícola en la construcción de nuestra identidad como país.
Ciudadanos ajenos a la actividad vitivinícola lograron conectar con el amor y la pasión de cada familia, su trabajo diario y su entrega para la producción del néctar de nuestras uvas; explorar la riqueza cultural y el sabor de nuestra tierra.
Se consiguió construir la memoria histórica, entender el proceso de generaciones y generaciones que desde hace tanto llevan adelante esta actividad como forma de vida, empatizar con el trabajo que hace posible el vino en nuestras mesas.
El 2024 se transformó en el año de reconocimiento y orgullo por nuestra tierra capaz de ofrecernos un montón de cosas increíbles, de honrar el pasado, celebrar el presente y celebrar también que la herencia de generaciones es la que da paso al progreso.
Este ha sido un fin de semana del Patrimonio que nos dejó un sabor único y el conocimiento de una actividad que ha construido los rasgos de la sociedad uruguaya.
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