¿PARA QUÉ VINO EL 2020?
¿PARA QUÉ VINO EL 2020?

¿PARA QUÉ VINO EL 2020?

El año 2020 no pasó desapercibido para nadie. Mucho menos para la vitivinicultura uruguaya que en el mes de marzo, mientras el mundo quedó en silencio, cosechaba las mejores uvas de la historia.

La vendimia como anécdota relevante fue el disparador para echar a andar una campaña de comunicación que propone rescatar lo bueno, aun en la adversidad.

Definitivamente, el año 2020 fue duro, inesperado, incierto. Pero entre tanta desazón, hubo destellos de esperanza. Nos dimos cuenta que no había que irse muy lejos para estar bien. Que era hora de valorar la familia y el trabajo. Que estar en casa era estar a salvo. Y que, curiosamente, de las dificultades suelen surgir los impulsos más humanos.

Bajo esta consigna, salimos a buscar historias de resiliencia, de compromiso, de reinvención, de empatía para contárselas a los consumidores. Y nos encontramos con relatos conmovedores y llenos de magia.

Por ejemplo, el de un bodeguero de más de 50 años que, ante la imposibilidad de abrir su bodega a los visitantes, decidió volver a estudiar y convirtió la crisis en una magnífica oportunidad para seguir formándose.

O el de una mujer que además de atender el trabajo en la bodega, tuvo que aprender a estar todo el día con sus hijos y sus actividades, y dijo que su principal aprendizaje fue templar la paciencia, como lo hace desde siempre con el vino, forjando una nueva manera de ser madre que le quedará para siempre.

Otro relato habla de padre e hija repartiendo vino puerta a puerta en su camioneta, luego del cierre de algunos puntos de venta; y lo que ambos veían como un problema se convirtió en la oportunidad de conocer a sus clientes y hablar con ellos.

También descubrimos la historia de un viticultor que vio cómo su hija quedaba aislada al contraer Covid-19 y tuvo que llevarle alimentos y remedios a la puerta de su casa, una situación que lo hizo reflexionar sobre el amor y la distancia.

O la de un joven del interior que este año emigró a Montevideo para la vendimia y extrañó mucho a su familia. Pero encontró refugio en el hogar que le dio trabajo y descubrió la oportunidad de crear nuevos vínculos y de sentirse como hermano con quienes lo recibieron.

Hay relatos de manos tendidas y de cimientos firmes; de voluntad y de volver a empezar; de tristezas y desahogos; de amor por la tierra y uniones infinitas. Historias que inspiraron la pluma de Juan Casanova y la música de Luciano Supervielle y Luis Angelero para dar vida a un producto audiovisual dirigido Pablo Banchero, que le ofrece al sector vitivinícola la oportunidad de desnudar lo mejor de su cosecha.

 

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